Variedad y exquisitez, cordialidad y esmero, son atributos que distinguen al restaurante cafetería Betty Boom de La Habana. Así lo imaginó su propietaria, Ayxa Vázquez, aun antes de que el sitio se convirtiera en realidad.
“Por mi experiencia personal, sé que es difícil encontrar un lugar que complazca a toda la familia, que satisfaga el gusto de los niños y también el de los padres. Por eso me dije que si lograba abrir mi propio restaurante, debería tener una gran variedad de platos y una atención esmerada que, por encima de todo, priorizara la felicidad de cada cliente. Eso es lo que hemos tratado de lograr”, confiesa Aixa a OnCuba.
Cuatro años después de su apertura, en noviembre de 2014, Betty Boom cumple con minuciosidad las pautas de su dueña. Su carta exhibe un abanico de ofertas de exquisita factura, que va desde las pastas y pizzas tan apreciadas por los más jóvenes, hasta carnes, pescados, mariscos, ensaladas, arroces, hamburguesas y sándwiches.
Sus batidos y jugos de frutas naturales, singularmente decorados, son otros de sus sellos, al igual que su amplia coctelería.
Pero allí no termina su distinción. Junto a su excelencia gastronómica, este restaurante propone variados espacios para degustar sus platos: desde salones climatizados con diferentes ambientaciones y la infaltable barra, hasta un área al aire libre, en la que puede disfrutarse del aroma de los asados al carbón. Incluso, cuenta con un pequeño parque infantil en el que un cuidador vela por los pequeños.
A finales de agosto, abrió sus puertas en una nueva sede, más acogedora y espaciosa, en la calle 5ta. A entre 48 y 60, en el reparto Miramar, muy cerca de la anterior. Allí, entre 11:00 de la mañana y 12:00 de la noche, recibe a numerosos clientes, cubanos y extranjeros, que suelen volver por una experiencia que supera lo netamente gastronómico.
“En Betty Boom no falta la sonrisa; se respira bienestar” –asegura Ayxa–, “y los clientes lo perciben. Por eso muchos regresan. Y por eso siempre nos esforzamos por brindar lo mejor, por atender cada detalle, para que cada experiencia sea más satisfactoria que la anterior. Los clientes habituales son los más exigentes y no podemos equivocarnos”.
- Foto: Otmaro Rodríguez.
- Foto: Otmaro Rodríguez.
Feminidad y dulzura
Betty Boom rinde homenaje a uno de los personajes animados más célebres del mundo: Betty Boop, representación de las chicas flapper que, con su imagen y actitud liberadas, rompieron el tradicional esquema femenino de los años veinte y treinta en los Estados Unidos.
Este restaurante cafetería es un verdadero santuario de la muñequita. Su imagen se multiplica en las mesas y paredes; el bar se ambienta con una cronología del personaje.
Ayxa Vázquez se inspiró en sus colores para la identidad del negocio. El rojo de Betty está lo mismo en el vestuario de las meseras que en la decoración del lugar y hasta en los platos, gracias a la utilización de la fresa, el tomate y otros ingredientes y aderezos, adquiridos de primera mano con los productores locales o en los mercados de la ciudad.
“En nuestro restaurante, el toque femenino y la dulzura son esenciales, forman parte de nuestra imagen”, explica la propietaria, quien resalta la importancia de los detalles para que los clientes “se enamoren de Betty Boom”.
Aixa no tiene formación gastronómica. Estudió Cibernética en la Universidad de La Habana, antes de defender una propuesta en la que la belleza y el talento femenino no son antónimos. La suya es una historia de valentía y emprendimiento que demuestra las posibilidades de la mujer en la Cuba de hoy, en particular dentro del sector privado.
Reconoce que llevar adelante un negocio como el suyo “es bien sacrificado” y no duda en agradecer el apoyo de su esposo y sus hijas: “Mi dinámica personal gira en torno al restaurante, me ha cambiado la vida, pero el trabajo se va facilitando en la medida en que toda la familia se involucra”.

La receta del éxito
De su trabajo por varios años en firmas extranjeras radicadas en Cuba, Aixa aprendió el valor del trato a los clientes, de intercambiar con ellos y retroalimentarse de sus opiniones. “Esa experiencia me ha servido de mucho en el restaurante”, afirma.
Sin embargo, por encima de sus habilidades como empresaria, prefiere resaltar la labor de su equipo.
“Este es un tipo de negocio muy absorbente, en el que siempre tienes que estar, pero tengo un equipo en el que confío plenamente. Todos, desde las dependientas, los cocineros y los mozos de limpieza hasta los compradores y los jefes de turno, tienen un gran sentido de pertenencia y sienten el restaurante como de ellos. Con eso se logra mucho”, dice.
El trabajo colectivo es para Aixa la receta del éxito. Aunque no niega que congeniar caracteres distintos puede ser complejo, apuesta por mantener viva la motivación de sus empleados: “Conversamos mucho con los trabajadores, discutimos sobre los platos. Si alguno tiene alguna buena idea, la probamos porque me interesa motivar la creatividad de cada uno. Ellos son protagonistas de lo que hemos logrado”.
La titular de Betty Boom afirma que “falta mucho” y no pierde de vista el futuro. Las nuevas regulaciones para el trabajo privado en Cuba –que entrarán en vigor en diciembre y limitan a una sola la cantidad de licencias por persona– junto a la creciente competencia en este sector, la impulsan a “tener más creatividad para mantenernos”.
Pero, con el incentivo de lo ya alcanzado, Aixa confía en el esfuerzo y en sus sueños. Piensa en ampliar el horario hasta la madrugada, como lo tuvo ya en su anterior sede, y no descarta realizar entregas a domicilio.
“Lo que nunca haremos será dejar de complacer a nuestros clientes” –concluye. “Para eso está hecho Betty Boom: para que todos encuentren el tipo de comida de su gusto y vivan un momento agradable que deseen repetir. Ese es nuestro objetivo y nuestra razón de ser”.