“Con todos y para el bien de todos”

Foto: Roberto Ruiz
Foto: Roberto Ruiz

Desde el año 1953, cada 27 de enero cercano a las 12 de la noche ocurre algo bello. Se ilumina con antorchas la calle San Lázaro, desde la escalinata de la Universidad de La Habana hasta la Fragua martiana. Un desfile de jóvenes con antorchas en los brazos caminan para esperar el cumpleaños de José Martí, Héroe Nacional de Cuba, intelectual profundo, estratega, fecundo escritor, un hombre de elevadísima espiritualidad.
De Martí se habla mucho, casi siempre desde la superficie. Lleva tiempo y estudios entender su palabra que, incluso en nuestros días, resulta compleja porque Martí fue un hombre extremadamente culto y así es su literatura.
Pero a mí me sorprende mucho Martí como ser humano, como persona de carne y hueso. En primer lugar me pregunto cómo pudo ser tan prolífico. Vivió solo 42 años –algunos menos de los que tengo yo ahora–, en el siglo XIX, sin Internet, sin aviones, sin computadoras… Recorrió cerca de una decena de países, conocía seis idiomas: fue escritor, poeta, maestro, periodista, filólogo, lingüista, traductor, dibujante… Escribió acerca de casi todos los temas imaginables con una profundidad que asusta (a golpe de pluma y tinta), y tuvo tiempo para organizar la segunda guerra de independencia de su país, para fundar, para ser precursor y guía (mucho más allá de su tiempo), para fomentar amistades sinceras, y para enamorarse.
También me sorprende cómo Martí podía comunicarse con personas tan diferentes, convencer, negociar, persuadir… Lo imagino dando discursos a todo tipo de personas, más y menos cultos… Imagino a aquel hombre pequeño y delgado, de voz suave, poniendo de acuerdo a potentes generales y organizando con ellos –que ya llevaban muchos años en los avatares de la guerra–, la lucha por la independencia y la construcción de una República nueva.
No soy un especialista, por eso no me gusta citar a Martí, porque una frase puede servir incluso para propósitos antagónicos si se saca de contexto. Pero me permito citar uno de sus discursos, lleno de alma y frases hermosas; lo pronunció en 1891, en Tampa. “Se dice cubano, y una dulzura como de suave hermandad se esparce por nuestras entrañas, y se abre sola la caja de nuestros ahorros, y nos apretamos para hacer un puesto más en la mesa, y echa las alas el corazón enamorado para amparar al que nació en la misma tierra que nosotros, aunque el pecado lo trastorne, o la ignorancia lo extravíe, o la ira lo enfurezca, o lo ensangriente el crimen”.
Este discurso termina con una frase estremecedora: “Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: Con todos, y para el bien de todos”… Así me gusta pensar a mi Patria.

El lenguaje poderoso de Lizt Alfonso

Fotos: Lizt Alfonso Dance Cuba

Foto: Lizt Alfonso Dance Cuba

En uno de los últimos actos oficiales de Michelle Obama como Primera Dama, la bailarina y profesora cubana de danza, Lizt Alfonso, esperaba en la Casa Blanca junto a una de sus alumnas para recibir el prestigioso International Spotlight Award by the President’s Committee on the Arts and the Humanities.

Era el año 2016, los entonces presidentes Barack Obama y Raúl Castro habían iniciado un diálogo entre sus gobiernos, cuando el proyecto Lizt Alfonso Dance Cuba School recibió el reconocimiento por el trabajo de más de 25 años dedicados a la danza, a la espiritualidad, a la cultura.

“En esos días comprobé que nuestro camino es verdadero, hay que luchar por los sueños y hay que convertirlos en realidad, sobre todo si implica que puedes hacer felices a tantas personas”, nos dice Lizt.

Para Lizt Alfonso, Cuba es sinónimo de Alma Mater y la danza tiene el mismo significado que la palabra vida. Es quizá por eso que su trabajo como bailarina y coreógrafa ha estado muy vinculado a la enseñanza. La compañía, creada por ella en 1991, se define como una compañía-escuela.

Con los espectáculos Fuerza y compás, Elementos, Alas, Vida, Amigas, Latino, ¡Cuba vibra! y Luz Cuba, la compañía Lizt Alfonso ha recorrido algunos de los escenarios más importantes del mundo: City Center (New York), New Victory Theater (Broadway), Shanghai Oriental Art Center (China), Oude Luxor Theater de Rotterdam (Holanda), Thalia, de Hamburgo (Alemania), Teatro de la Ópera del Cairo (Egipto), Auditorio Nacional de Ciudad México han recibido, y aplaudido, a la Compañía cubana que reside en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, sede habitual de sus representaciones.

Foto: Lizt Alfonso Dance Cuba

Sus espectáculos danzarios, que se caracterizan también por estar acompañados de música en vivo e interconectar con otras artes, fusionan ballet, flamenco y danza afrocubana.

En el año 2015 fue la primera agrupación danzaria cubana en actuar en la ceremonia de los Latin Grammy, lo hicieron acompañando a Enrique Iglesias, Descemer Bueno y Gente de Zona. Junto a los músicos, la compañía Litz Alfonso protagonizó el video clip de la popular pieza “Bailando”, el más reproducido en idioma español, con veintinueve millones de vistas en Youtube.

Por su gran labor social en la Escuela Lizt Alfonso Dance Cuba y su dedicación a la educación de niñas, niños y jóvenes, en 2011 fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNICEF en Cuba. En 2018, Lizt fue elegida por la BBC una de las 100 mujeres más influyentes del mundo.

Foto: Lizt Alfonso Dance Cuba
La enseñanza, una de las pasiones de Lizt Alfonso

¿Cómo comenzó para ti ese sueño de enseñar la danza y fundar una escuela?

Cuando tenía cuatro años, mi madre me llevó a ver una función del Ballet Nacional de Cuba en el Gran Teatro de La Habana, en la sala García Lorca. Fue una presentación del ballet Coppelia y la interpretó Loipa Araújo. Yo, que bailaba desde pequeñita cuando escuchaba cualquier música, quedé prendada de aquel mundo maravilloso que descubrí y decidí no apartarme de él.

En 1990 me gradué de la universidad y fue justo cuando comenzó el “período especial” en Cuba. Fue el momento que me tocó vivir, pero en vez de quejarme o sentarme a no hacer, decidí hacer, crear, inventar. Era una necesidad personal. Sentía que tenía mucho que decir, que compartir, que regalar, así que ninguna circunstancia, ni persona, podía impedírmelo. Solo me apoyaron mi familia y las bailarinas que creyeron en el proyecto. Lo tuve todo en contra.

El baile se considera un lenguaje en sí mismo, una forma de expresión, ¿qué caracteriza a los bailarines cubanos y qué les aporta el intercambio con bailarines de otras partes del mundo y con públicos tan diversos?

La danza me ha permitido compartir conocimiento, enriquecer el propio y recorrer el mundo. Esas experiencias van desde presentar a la Compañía en los más importantes escenarios y eventos de los cinco continentes, impartir clases en distintas escuelas y universidades, hacer talleres en escuelas de danza y fundaciones, crear coreografías para otras agrupaciones con diversos estilos danzarios, dictar conferencias y hasta ser jurado de concursos internacionales y nacionales, entre otras.

Sí, la danza tiene su lenguaje que además es muy poderoso, porque no necesita palabras para hacerse entender. Poder compartir con estudiantes de distintos países, es maravilloso porque cada uno es un mundo y cada país del que proceden los hace muy diferentes por las experiencias disímiles de vida que poseen, pero a su vez, ese amor por la danza los une y los iguala. Es algo mágico que solo las artes pueden lograr.

El público en todos los lugares nos ha recibido excelentemente, puede ser en el Teatro Place des Arts, en Montreal; en el Fall for Dance del City Center, o el New Victory de Nueva York; el Thalia Theatre de Hamburgo; el Auditorio Nacional de México Ciudad; el Opera House del Cairo, en Egipto, o de Tel Aviv, en Israel, lo emotivo es que, en todos ellos, el público se pone de pie a ovacionar a la Compañía. Así que la danza, el trabajo, la disciplina, el bien hacer y el amor hablan sobre la escena y la gente sabe apreciarlo.

Foto: Lizt Alfonso Dance Cuba

Lizt Alfonso Cuban Dance es la primera compañía cubana en tener toda una temporada en el New Victory Theatre de New York, ¿qué importancia tiene ese intercambio cultural?

Hemos tenido dos temporadas en el New Victory Theater de NYC. La primera fue en el 2003 y la segunda en el 2015. Cada una con más de 25 presentaciones y con éxito rotundo. Y esta es una experiencia muy especial. Es un teatro que está en Broadway, pero pertenece al proyecto de la 42 Street y está dedicado a la familia. Así que es lindo ver como todas las edades confluyen en la platea para disfrutar del espectáculo de la Compañía, como mismo sucede en La Habana. La primera vez presentamos el espectáculo Fuerza y Compás y la segunda ¡Cuba Vibra! Los especialistas que trabajan en el teatro preparan toda una expedición que lleva a los niños, niñas y familias de la mano a descubrir Cuba, sus ancestros que provienen de España y África, sus danzas y músicas y hasta de geografía. También recibimos en las funciones a niños con necesidades especiales, que además te regalan amor a borbotones.

Un día, al salir de la función de matinée, un grupo de niños nos descubrió en la estación del metro y nos empezaron a aplaudir con el ademán de los sordomudos. Entonces, como siempre digo, el arte tiende puentes y abre puertas hasta el infinito.

Estados Unidos de Norteamérica es un mercado natural para nuestro trabajo. Desde 2001, en que la Compañía debutó en el Summer Stage Central Park, lo hemos visitado casi cada año y en ocasiones más de una vez en el año y siempre nos han recibido con amor, bondad y respeto. Siempre quieren que regresemos, a veces incluso repitiendo el mismo espectáculo “by popular demand”, como ellos dicen.

A pesar del evidente retroceso en cuanto a intercambio cultural con Cuba bajo la administración de Trump, muchas personas insisten en acercar los pueblos a través de la cultura, en unir a cubanos de todos lados. ¿Cómo sería una relación ideal desde el punto de vista cultural entre cubanos de ambas orillas, y entre cubanos y estadounidenses?

No hay cubanos de ambas orillas, hay cubanos… Somos una sola comunidad grande y fuerte. Y todo lo que debemos hacer es mantenernos unidos, como la familia que somos, estemos donde estemos. No dejarnos marear por los intereses del poder, mantener presente que Cuba es la MADRE que siempre nos recibe con los brazos abiertos. Trabajar para engrandecer la cultura de esta isla bendita, desde todos los tiempos y de la que hoy formamos parte.

Hemos colaborado ya con varias compañías, escuelas y eventos y en el futuro estableceremos más, porque es la lógica del arte y de la vida. Las colaboraciones e intercambios nos hacen crecer y proyectarnos a todos hacia nuevas dimensiones.

Al fundar su compañía, en 1991, la mayoría de las integrantes eran solo mujeres, ¿a qué se debe? ¿Considera la danza una forma de empoderamiento femenino?

Cuando fundé la Compañía el discurso se encaminó hacia el destaque de la mujer y su gran capacidad, era una oportunidad de hacer y decir. Después nos volvimos una compañía mixta para poder contar otras historias. Hoy nos podemos dividir incluso en una compañía de mujeres, una de hombres y una mixta.

El trabajo con la Escuela tiene varios niveles. Comienza por los talleres vocacionales, después el ballet infantil y el juvenil para llegar a la carrera profesional. Es toda una carrera que lleva un equipo de trabajo incansable para perfeccionar cada vez más la técnica y también la preparación desde el punto de vista humano de cada uno de esos niños, niñas, jóvenes.

El hecho es que desde que se creó la Escuela hasta hoy, son muchos los estudiantes que han pasado por nuestras manos. Una parte importante son los que forman hoy Lizt Alfonso Dance Cuba, como bailarines profesionales. Otra parte considerable vive en Cuba o en muchos otros países del mundo, y te aseguro que todos son hombres y mujeres de bien, que tienen muy bien trazados sus objetivos y metas a alcanzar en la vida y las llevarán a cabo con éxito, sin dudas. Las artes enseñan mucho más de lo que se imagina.

Foto: Lizt Alfonso Dance Cuba
Parte del staff de maestros y ensayadores de la Compañía

¿Cuáles son los desvelos y prioridades actuales de una mujer cubana que ha logrado tanto éxito y reconocimiento nacional e internacional?

Hay que levantarse cada mañana reinventándose y mirando con certeza hacia el futuro, el cielo y más allá es siempre la meta, mientras la vida te lo permita. Siempre veo que cosas maravillosas están sucediendo y no es que las dificultades no existan, claro que existen y a veces son muchas y terribles, pero no hay que detenerse en eso, hay que mirar y más allá, ver.

Foto: Lizt Alfonso Dance Cuba
  • THE NEW YORK TIMES: “Una sorprendente compañía con su propio espíritu de celebración” | Jack Anderson
  • THE WASHINGTON POST: “Compañía Cubana de Danza deslumbra en el Festival de las Artes” | Molly Ball
  • THE CHICAGO SUN TIMES: “Una sensual mezcla de fuego y especias” | Heidy Weiss
  • TORONTO STAR: “Espectacular, una de las mejores líneas de coros vista de este lado de Broadway” | Susan Walker
  • THE GLOBE AND MAIL: “¡Encantador! ¡Excepcional! ¡El escenario palpita con vitalidad!” | Paula Citron
  • CBC: “Una expresión radiante del verdadero espíritu cubano en la música conmovedora y el baile exuberante” | Michael Crabb

Chucho Valdés: “Me quedo con la imaginación”

Fotos: Alejandro Pérez

Chucho Valdés

CHUCHO VALDÉS

Su mamá Pilar aseguraba que sin cumplir aún su primer año de vida ya daba señales de musicalidad. Él afirma no recordar desde cuándo toca el piano, porque desde que tiene uso de razón lo reconoce como una extensión de sí mismo. Chucho Valdés (Quivicán, Cuba, 9 de octubre de 1941) es hoy uno de los grandes pianistas de jazz del mundo.

Winner of six GRAMMY® and three Latin GRAMMY® Awards, the Cuban pianist, composer and arranger Chucho Valdés is the most influential figure in modern Afro-Cuban jazz.

El azar quiso que el pianista y compositor norteamericano Dave Brubeck1 estuviera aquella noche de 1970 entre los músicos invitados al Jamboree Jazz Festival, en Polonia, que presenciaban el concierto de un quinteto cubano de jazz, con un formato instrumental muy peculiar, liderado por un joven músico, también pianista y compositor, para más señas.

A casi 50 años de que aquel hecho, ese pianista –hoy un gigante sin edad aparente y viviendo un sosegado, pero intenso estado de creación–, no olvida el gesto de Brubeck cuando llamó la atención al mundo del jazz norteamericano sobre lo que consideró un hito singular: el aporte del joven Chucho Valdés con la incorporación de la percusión ritual afrocubana, en especial, de los tambores batá, en las manos prodigiosas de Oscar Valdés2. Poco después grabaría lo que es hoy ya un clásico del latin jazz: el disco Jazz Batá, con el propio Oscar Valdés en la percusión afrocubana y Carlos del Puerto en el bajo.3

Chucho Valdés

En su disco Jazz Batá-2, Chucho parece validar aquel acto, hoy sedimentado y enriquecido, en lo que considera un estadio superior de lo que entonces fue un trascendente experimento musical.

¿Cómo ha sido presentar Jazz Batá-2 al mundo anglosajón, casi 50 años después de aquel encuentro revelador en el Jamboree Jazz de Polonia?

Cuando nos presentamos en el Jamboree Jazz Festival era la primera vez que un grupo de jazz radicado en la Isla iba a un festival internacional, y nuestro formato llamó la atención de Dave Brubeck. Renovar los elementos del jazz sin la batería era un reto. A nadie se le había ocurrido hacer un trío sin ese instrumento que parecía imprescindible. Mucha gente me dijo entonces que era una locura. Pero lo cierto es que ese atrevimiento cambió la base armónica y rítmica, usando los tambores yoruba, los batá; pero también añadimos las congas, la percusión afrocubana, y en mi opinión fue la primera vez que se creó lo que hoy llaman el set de esa percusión en los formatos de jazz. Nosotros decidimos hacerlo sin batería, aunque hoy se le incluye. Poco después, bajo este mismo concepto empezamos a trabajar en la creación y el concepto de Irakere.4

Ahora con Jazz Batá-2, que estamos presentando en conciertos por todo el mundo, el público lo recibe con asombro y complacencia, porque se da cuenta de que no hacía falta la batería en un proyecto así, y la aceptación ha sido increíble, pues es algo novedoso, que nadie había hecho antes… Usamos elementos que no están presentes en el primer disco Jazz Batá, que fue todo instrumental: ahora tenemos a Dreiser Durruthy, que es un especialista en lengua yoruba y experto bailarín –su formación académica es precisamente la danza clásica, pero domina a la perfección la folklórica– entonces, con él hemos añadido danzas y cantos legítimos en lengua yoruba. El resultado es un espectáculo de alto nivel musical.

En Jazz Batá-2 se aprecia un nuevo lenguaje de interacción entre el piano y la percusión afrocubana y, a la vez, de estos con otros instrumentos inusuales en un formato de jazz como el violín.

En Chucho Valdés se percibe siempre el disfrute candoroso ante la revelación de un descubrimiento para el cual ha trabajado mucho. Más allá de Irakere y Jazz Batá-2, ¿se plantea Chucho Valdés una continuidad en esta exploración de maridajes sonoros, a partir de lo afrocubano? ¿Qué le atrae más de estos procesos?

Es una experimentación que no acaba. Y resulta increíble, porque el piano es un instrumento melódico y armónico, canta melodías y hace armonías bellas, pero el piano es un instrumento de cuerdas percutidas, o sea, también es un instrumento de percusión. Después de mucho trabajo, de estudiar los toques de todos los orishas o santos de la religión yoruba, y los tres tambores batá –iyá, itótele y okónkolo–, tuve la idea de unir todo eso a la armonía y a la melodía. En el piano reproduzco los toques de los tres batás junto con los propios tambores batá. En Jazz Batá-2 estoy tocando percusión combinando el batá rítmico y el batá melódico, que es el piano. Ahora lo he desarrollado tanto, que no sé si habrá un disco Jazz Batá-3.

¿Cree Chucho Valdés que ya está dicho todo en el diálogo entre la percusión afrocubana y el jazz?

Pienso que estamos empezando a encontrar cosas que tenemos y que no hemos aprovechado en todas sus posibilidades. Pienso que todavía queda cerca de un 70 por ciento de todo aquello que tenemos como cultura musical de raíz, para seguir explorándolo y desarrollándolo. Esto es como un reinicio de algo que ha estado en curso. Hay toques, cantos, mucho más de los yorubas y ararás, por ejemplo, cuyas raíces están en la zona de Matanzas. También hay muchas cosas por la zona oriental, donde los ritmos son diferentes. ¡Es un tesoro lo que tenemos en Cuba! Cuando Bebo5 decidió hacer el batanga, recuerdo que se puso en contacto con Trinidad Torregrosa, para mí, el mayor batalero cubano. Iba a casa, se juntaba con Bebo y yo veía todo eso, como planearon la nomenclatura de la combinación de las congas y los batás. Bebo la escribió y ha quedado, y pienso que ahí está la clave de esa combinación. Bebo es el verdadero genio. Sabía que yo estaba intentando continuar lo que él hizo con el batanga, pero después de estudiar mucho, creo que ya el batanga quedó ahí como el origen de esta imbricación de los batás y la percusión afrocubana en el jazz, y lo que quiero hacer ahora es la continuidad.

Chucho Valdés

Todo parece indicar que la imaginación de Chucho Valdés es inagotable. A estas alturas, cuando está delante del piano, ¿qué es lo que más le motiva en el proceso de imaginación y creación? ¿A qué apela para esa constante renovación y ese reinventarse sin cesar? ¿Secretos, disciplina o inspiración?

Es todo. Primero mucha información general, no solo la referida a las culturas y las músicas africana y cubana, sino a la universal. Es lo único que te permite, con una concepción muy amplia, hacer fusiones y combinaciones. Apelo también a la información que acumulo desde niño –no te olvides que crecí en un medio totalmente musical–, además de lo que investigo y busco, y todo eso lo uno a la inspiración y a la disciplina, de la que no me aparto. Tengo muchos recursos, incluido la llamada música clásica, es decir, que he tratado de tener un arsenal suficiente para la creación. Experimento mucho, hago y también deshago si veo que algo no funciona, eso lo elimino, y sigo trabajando. Para el arte de la improvisación, más que todo, lo importante es la imaginación. Sin eso no haces nada, porque no se te va a ocurrir nada si no la tienes. Beethoven tenía un alumno que daba su primer concierto y él fue a escucharlos. El alumno tocó muy bien, pero le fallaron dos notas. Al terminar fue al encuentro de su maestro, quien le dijo que había sido un concierto increíble. El alumno reconoció su error en aquellas notas, pero Beethoven le dijo: “Si te falla una nota, eso es insignificante, pero tocar sin pasión y sin imaginación, eso es lo imperdonable”. Soy un centinela del piano. Somos casi una misma cosa, inseparables. Me la paso buscando, investigando, pero no trabajo si no tengo inspiración.

En su opinión, ¿existe un jazz cubano? ¿Cómo explica su opinión al respecto?

Existe una forma muy cubana de tocar el jazz, usando nuestras raíces. Y se reconoce rápidamente, hay muchos ejemplos de los grupos que hacen este tipo de música, sobre todo entre los jóvenes. A nivel de creación, de composición, es también así.

¿Cómo ve usted la salud del piano en el jazz que se hace en Cuba? ¿Hay relevo, continuidad o estancamiento?

Estamos en el mejor momento de nuestra historia pianística, porque lo que está pasando con los pianistas cubanos es un verdadero fenómeno. Digo que se acabaron los pianistas mediocres, eso es una especie extinguida en Cuba. Todos tocan bien. Son muchísimos, pero siempre hay quienes destacan más, y por favor, que no se molesten los que no aparezcan, podría ser más un olvido que una omisión. Esto comenzó desde una generación anterior, en la que los nombres más prominentes fueron Emiliano Salvador y Gonzalo Rubalcaba –dos grandes–, y le siguieron Hilario Durán, Omar Sosa –uno de los más originales e imaginativos, lo admiro mucho–, Ernán López-Nussa… Y después viene la generación actual, que está arrasando: Rolando Luna, Harold López-Nussa, Kemel Roig, Aldo López-Gavilán –que puede tocar cualquier cosa–, David Virelles –para mí es un genio–, Iván “Melón” Lewis –es de los bravísimos–, Pepe Rivero – increíble–, Alejandro Falcón, Miguel Núñez, Alfredo Rodríguez Jr. y eso no se detiene ahí: entre los más jóvenes hay ya quienes destacan como Leyanis Valdés y un muchacho que se llama Víctor Campbell, que va a ser una revolución en el piano.

Y tengo necesariamente que coincidir con Beethoven en algo que conecta con todas las generaciones: la técnica es muy importante, pero entre la técnica y la imaginación, me quedo con la imaginación.

    Notas

  1. Dave Brubeck (Concord, California, 6 de diciembre de 1920-Norwalk, Connecticut 5 de diciembre de 2012).
  2. Oscar Valdés Campos. Percusionista, cantante y pedagogo. Fundador del grupo Irakere. Actual director del grupo Diákara (La Habana, 12 de noviembre de 1937).
  3. Carlos V. del Puerto. Bajista, contrabajista y pedagogo. Fundador del grupo Irakere (La Habana, 1951).
  4. Irakere, orquesta fundada por Chucho Valdés en 1973, es una de las bandas más influyentes de latin jazz.
  5. Se refiere a su padre, Bebo Valdés (Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro: Quivicán, 9 de octubre de 1918-Estocolomo, Suecia, 22 de marzo de 2013), uno de los más prominentes directores orquestales, pianistas y compositores de música popular cubana.

La Habana en sus 500

Fotos: Otmaro Rodríguez

Calle Monserrate, La Habana Vieja
Calle Monserrate, La Habana Vieja

La Habana, esta ciudad bulliciosa y parlera –tan bien apresada en los lienzos de René Portocarrero y en la plástica de Luis Enrique Camejo– marítima, abierta y desprejuiciada, que sabe, sin embargo, vivir su propia vida interior, es una ciudad con todos los estilos y ningún estilo, “un estilo sin estilo que a la larga, por proceso de simbiosis, de amalgama, se erige en un barroquismo peculiar que hace las veces de estilo”, como afirmara el gran novelista cubano Alejo Carpentier.

Ciudad barroca en su sentido heterogéneo y abigarrado, y también “tímida, sobria, como escondida”, construida a escala humana, sin que la arquitectura llegue jamás a aplastar al hombre. Así sucede en su centro histórico y también en La Habana moderna donde los rascacielos, a veces impersonales, no tapan el sol ni impiden el paso de la brisa marina.

A cinco siglos de fundada, es una de las ciudades americanas que mejor conserva su legado histórico y su núcleo colonial. El centro fundacional de la urbe, en la llamada Habana Vieja, es uno de los conjuntos urbanos más importantes del continente. Allí pueden verse 88 monumentos de valor histórico-arquitectónico, 860 de valor ambiental y 1 760 construcciones armónicas. Algunas corresponden a los siglos XVI y XVII. Es una zona monumental por excelencia, con un 90 % de edificaciones valiosas.

Famosa esquina de la Calle 23 y Malecón
Famosa esquina de la Calle 23 y Malecón
Balcones en La Habana
Balcones en La Habana

No se piense que se visita un museo. En todo caso el visitante se verá inmerso en un museo viviente, en una zona en la que residen unas 100 000 personas y hay oficinas, escuelas y establecimientos comerciales. El proceso de restauración al que hace años se ve sometida La Habana Vieja rehúye convertirla en una zona estática, dedicada a la contemplación, sino que se propone conservarla y revitalizarla como un área viva en el contexto de la ciudad, en la que se conjuguen, de manera armoniosa, sus funciones habitacionales, culturales y turísticas.

De La Habana moderna, lo mejor es El Vedado, una de las manifestaciones más coherentes del urbanismo contemporáneo. Cierto es que, como otras zonas de la ciudad, está dañado, pero está ahí y es el lugar más codiciado por los habitantes de la ciudad para residir.

Vista del Hotel Inglaterra y del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” en el Paseo del Prado
Vista del Hotel Inglaterra y del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” en el Paseo del Prado

A juicio del arquitecto Mario Coyula, se insiste tanto en el valor de La Habana Vieja que se corre el riesgo de pensar que el resto de la ciudad no lo tiene. Para él, más de la mitad de la ciudad tiene valor arquitectónico porque en ella aparecen estilos y tendencias de todas las épocas.

“La esencia de La Habana es el concierto que ella misma organiza y ahí lo más importante es la escala, el ritmo que la luz y la sombra establecen en sus fachadas”, añade Coyula. A su juicio hay dos edificios emblemáticos en la ciudad: el Palacio de los Capitanes Generales, en La Habana Vieja, y el restaurante Las Ruinas, en el Parque Lenin, en las afueras de la capital.

La Habana es el primer polo turístico de Cuba. Aquí están los grandes hoteles, los cabarets rutilantes, los más afamados restaurantes, y una franja de playas al este de la ciudad que se extiende a lo largo de más de diez kilómetros de blanca y fina arena y aguas cristalinas.

Plaza de La Catedral
Plaza de La Catedral

La ciudad sobresale también en la cultura; un gran mosaico donde lo español y lo negro se dieron la mano para engendrar una identidad propia. Abren sus puertas aquí unos cuarenta museos de primer orden y sus ferias y festivales internacionales de cine, libros, música, plástica y ballet atraen a especialistas y curiosos de latitudes muy diversas. Su universidad, fundada en 1728, es muy prestigiosa y sus instituciones médicas y científicas gozan de reconocimiento más allá de los límites de la Isla.

Habana
Habana

En la capital se hallan los santuarios de tres de los santos más venerados por los cubanos: los de San Lázaro, el santo de los perros y las muletas de palo, el leproso de los milagros; de Santa Bárbara, en la barriada humilde de Párraga, y de la Virgen de Regla, la santa negra del manto azul que carga en sus brazos a un niño blanco. Deidades que, en el panteón de la Santería se identifican, respectivamente, como Babalú Ayé, Shangó, y Yemayá, madre de todos los orishas.

La Habana con sus toques de santo y sus tapas de coco tiradas al azar para leer el futuro y demás ritos africanos. Donde, a veces, en una misma casa se guardan los atributos del Palo Monte y la Santería y las imágenes de las deidades cristianas.

La Habana de las rumbas de cajón y las chancletas de palo, del gran jolgorio del carnaval y de las fiestas espontáneas en las casas de vecindad.

Muchos afirman que La Habana es una de las ciudades más bellas del mundo. Ernest Hemingway, el célebre novelista norteamericano que vivió aquí los últimos años de su vida, decía que en belleza solo Venecia y París superaban a la capital cubana. Es posible. Por lo pronto vale asegurar que la luz del trópico, la noche en el Malecón, el lugar más popular y cosmopolita de la urbe, y la sonrisa y la afabilidad del habanero, entre otros encantos propios, ganan al visitante para siempre. Vista desde el Morro en el atardecer, asegura una imagen insuperable.

A fines del siglo XVI, en atención a su posición geográfica, alguien definió La Habana de manera justa. La llamó “Llave del Nuevo Mundo y Antesala de las Indias”. El sabio alemán Alejandro de Humboldt, a quien los cubanos consideran su segundo descubridor, la vio como la más alegre, pintoresca y encantadora de las ciudades. Algo más acá un poeta la exaltó como una mujer con tres amantes rivales: el sol, el mar y el cielo… y, otro poeta, luego de reparar en sus portales y columnas, sus parques y plazas y, sobre todo, en sus rincones olvidados y perdidos, la cantó como una urbe de sueños, edificada en claridad y espuma.

A la sombra de una ceiba que existía en el lado noroeste de lo que sería la Plaza de Armas, se celebró en La Habana, dice la leyenda, la primera misa y se constituyó el primer cabildo. El Templete, monumento que se inauguró en 1828, perpetúa el acto fundacional de la villa.

En las religiones afrocubanas, la ceiba es un árbol sagrado. Los negros venidos de África como esclavos depositaron en ella su leyenda. Para los creyentes en ese árbol se asientan todos los santos, los antepasados, los santos católicos y espíritus diversos. La ceiba recibe tratamiento de santo y no se corta ni se quema ni se derriba sin permiso de los orishas.

Dicen que a quien da tres vueltas alrededor de la ceiba de El Templete se le concede el deseo que pida. Así es La Habana de acogedora y generosa.

Foto de Kalo: El malecón de La Habana
El malecón de La Habana. Foto: Kaloian Santos

Miradas de la mujer negra

Miradas de la mujer negra

Creemos que la estamos viendo a ella; pero es ella, la joven negra, quien nos mira desde la portada. Antes de sentarme a escribir quise conocer su nombre, porque me resisto a prolongar el anonimato en que, por lo general, son mantenidas las mujeres negras en Occidente. No es una muñeca. No es un fetiche. Bellísima, pero tampoco es solo una hermosa mujer negra. No es eso lo que la identifica. La imagino Isabel o Inés. Marta o Julia. En todo caso, un nombre en castellano, si ha nacido en Cuba. Sus apellidos también puede que lancen la imaginación hacia pueblos, praderas y viñedos en España. Sin embargo, en esta muchacha hay mucho más que la herencia hispana. Su mirada, invitando a abrir esta revista, grita esa otra parte de su existencia –esencial, aun si no queda rastro de ella en su nombre o en el apellido que ni siquiera conozco. Es mirada que se deja mirar con agrado, pero en un mismo gesto devuelve el golpe y nos clava, interpelándonos. Quiere que sepamos. La nombremos. Hagámoslo.

Tengo una mirada así como salvapantallas de mi teléfono. Es la de mi tatarabuela, Cecilia Wilson, y fue tomada a fines del siglo XIX o principios del XX, no se sabe bien. La incertidumbre domina la historia de los afrodescendientes en las Américas: ¿En qué preciso lugar de África fueron secuestrados nuestros antepasados? ¿Cuáles eran, entonces, sus nombres? ¿Cómo vivían antes de ser lanzados al barco negrero en que atravesarían el Atlántico para empezar su nueva vida de no-hombres, no-mujeres? A pesar de la incertidumbre, abrigo la certeza de que ese retrato fue tomado para que mi tatarabuela pueda ahora mirarme cada vez que enciendo mi teléfono. Y así vuelve a contarme su historia que conozco a medias: que el último esclavizado en mi familia fue un lucumí muy alto y vestido de blanco que, en algún lugar del oriente de la Isla, un día se marchó manigua adentro, bordeando el río, y no volvió a aparecer. No hay nombres, lugares, fechas. Sin embargo, generación tras generación en la familia hemos creído esta leyenda fundadora porque de todas maneras no podemos ir más allá. Los negros de Cuba, de una forma u otra, procedemos todos de una violencia rotunda: no ser más que objetos de trabajo, piezas de ébano a las que se les marcaba con un fierro candente en una costilla, el hombro, un brazo; y se les endilgaba un nombre castizo. Ni del lucumí fugitivo del que se contaban historias en mi familia, ni de ninguno de nuestros ancestros africanos conservamos la memoria exacta. Nos queda, no obstante, la memoria de la carne; y ahí se nos va hacia el mundo, en el mirar.

Sara Gómez (Havana, 1942-1974).
Sara Gómez (Habana, 1942-1974). Cineasta, guionista y periodista. La primera mujer cubana en dirigir un largometraje, “De cierta manera”. Foto: Archivo

Ese lucumí cimarrón, que escapó a su condición de esclavo siguiendo el clamor del río, viaja a mi tiempo a través de la mirada de mi tatarabuela en la pantalla de mi teléfono. Desde el pasado sus ojos me lanzan al futuro. Cada día aportan la fuerza con la que una mujer negra necesita siempre contar. Esta es nuestra historia.

En 1886 fue oficialmente abolida la esclavitud y en 1902 nació la República de Cuba, que en mucho siguió el pensamiento de José Martí, para quien “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro”. En la realidad, el negro cubano, ya entonces ciudadano, continuó relegado a la misma inexistencia social y a la indigencia económica que sufriera bajo la esclavitud; y tuvo entonces que luchar, desde los primeros días de la República, por sus derechos civiles. En sangre serían acalladas sus demandas: en 1912 el presidente José Miguel Gómez ordenó la matanza de los miembros del Partido Independiente de Color y sus simpatizantes. Se estima que entre 2000 y 6000 negros y mestizos fueron asesinados en apenas dos meses.

Camino a la mitad del siglo, llegaron a consolidarse algunas teorías que examinaban y confirmaban la constitución mestiza de los cubanos: el poeta Nicolás Guillén introdujo la noción del “color cubano” cuando en 1931 presentara su libro Sóngoro cosongo como “versos mulatos”; y en 1940 el abogado y etnólogo Fernando Ortiz desarrollaría el concepto de la transculturación, haciendo del ajiaco el mito por excelencia del mestizaje nacional. Fue asimismo tenaz durante esos años el esfuerzo de los negros cubanos por alcanzar cierta influencia política. Aparecieron importantes líderes sindicalistas, como Lázaro Peña, e intelectuales como Rafael Serra y Gustavo Urrutia. Notable resultó también la labor de las sociedades para negros, como los clubes Aponte y Atenas, en Santiago de Cuba y La Habana, que fomentaron la formación de frentes cívicos y políticos comunes, desde los cuales abogar por sus derechos.

Belkis Ayón (La Habana, 1967-1999), 'Sikán' (1991)
Belkis Ayón (La Habana, 1967-1999), “Sikán” (1991)

Al triunfar en 1959, la revolución implementó políticas que ofrecieron a todos los cubanos, independientemente de su raza, parejo acceso a la salud, la educación y la cultura, la vivienda y la oferta laboral. También a partir de los años sesenta se fundaron instituciones en las que debían agruparse los diversos sectores de la población –pensemos en la Federación de Mujeres Cubanas, los Comités de Defensa de la Revolución y los clubes obreros y profesionales. En consecuencia, fueron declaradas obsoletas las estructuras que hasta entonces organizaran la vida asociativa. Clausurados quedaron los clubes para negros, pues la igualdad de todos los cubanos había sido oficialmente proclamada; prevalecería solamente una identidad, la revolucionaria.

Sin embargo, la desigualdad racial no desapareció del todo.

Proliferaron por aquel entonces escuelas donde los jóvenes serían moldeados como “arcilla maleable”, aspirando a que de ellos emergiese el “hombre nuevo” diseñado por Ernesto Guevara en 1965. En una pequeña isla al sur de La Habana, Isla de Pinos –rebautizada en 1978 como Isla de la Juventud–, se concentraron muchos de estos centros. Y a ellos llegó, cámara en mano, la primera realizadora negra cubana, Sara Gómez, para filmar una trilogía documental que recogiese las experiencias de estos jóvenes. En uno de ellos, titulado Una isla para Miguel (1968), ha sido retenida como escena antológica del cine cubano aquella en que Rafael, un joven negro, denuncia la persistencia de los prejuicios raciales dentro de la sociedad revolucionaria. Enfrentando a la cámara, de cara al público, la mirada de Rafael, como la de la joven modelo de la portada, nos interroga, exige la acción, un verdadero cambio.

Gertrudis Rivalta (La Habana, 1971). 'Quinceañera con Kremlin' (2004)
Gertrudis Rivalta (La Habana, 1971). “Quinceañera con Kremlin” (2004)

Sara Gómez es de las cimarronas que en vida no cesaron de luchar por la justicia social y que, desde la muerte, nos obligan a continuar batallando. Así lo hace también otra gran artista negra cubana, Belkis Ayón, cuya obra con frecuencia recreaba los mitos fundacionales de los abakuá, sociedad secreta de ayuda mutua. De la región del Calabar, en el África occidental, nos llega el mito fundacional de los abakuá, cifrado por el descubrimiento del secreto original –la voz de Tanze, el pez sagrado– por la princesa Sikán, luego sacrificada y convertida en fundamento religioso. Desde entonces permanece esta sociedad cerrada a las mujeres; lo que naturalmente impidió a Belkis Ayón partir de la perspectiva del practicante. Sus piezas no nos revelan entonces el secreto litúrgico abakuá sino la representación de la condición de lo secreto. Se vale de siluetas minimalistas de las que apenas se revela la pertenencia genérica, en las que lo esencial es muchas veces la mirada. Carecen, además, de boca sus figuras: no pueden emitir discurso alguno. Solo un espeso misterio las habita, avanzando desde el hueco de la mirada hacia el espectador, arrojándolo al desasosiego.

A veces, ni siquiera es necesario el mirar. La artista María Magdalena Campos-Pons mantiene cerrados los ojos en la serie de polaroids que componen una de las piezas de When I Am Not Here, estoy allá. El mensaje aparece escrito en su torso: “Identity Could Be a Tragedy”; pero la imagen va progresivamente borrándose bajo una mancha blanca, hasta desaparecer casi del todo en la última foto. Inquietud del espectador: ¿cuál podría ser ese “here” (aquí) y el allá? ¿La Cuba natal, los Estados Unidos donde ha residido la artista, o el África, que es también parte de su historia? La tragedia deriva de la imposibilidad de la identidad, que nunca consigue expresar cabalmente todo lo que somos.

Es imposible asir las experiencias de la mujer negra cubana dentro de una simple imagen, guardarlas todas bajo una etiqueta identitaria. Por eso caemos en un torbellino desde cuyo fondo nos absorbe la torva mirada de la “Quinceañera con Kremlin”, donde la artista Gertrudis Rivalta alude a una realidad más reciente: Cuba tras el colapso del sistema socialista en Europa del Este, en los años 1990. Al desvanecerse el apoyo económico de la comunidad de países socialistas, una aguda crisis se abrió en la Isla, conocida como Período especial en tiempos de paz. Desde entonces, las dificultades económicas y las transformaciones de la sociedad cubana han acrecentado la desigualdad racial, rindiendo visible un fenómeno hasta entonces circunscrito a ámbitos familiares, privados. Hoy, la rara presencia de cubanos negros en los espacios donde suelen reunirse los grupos más privilegiados, atestigua la innegable existencia de estas desigualdades.

Si en la urgente supervivencia cotidiana escasos son los caminos abiertos a la mayoría de los negros; poseemos por otra parte un invaluable capital en nuestra tradición cimarrona. El cimarrón se emancipa solo, no espera a que nadie acuda a liberarlo; en la manigua encuentra el modo de sobrevivir y defender su libertad, valiéndose de cuanta herramienta y conocimiento halla a su paso. Inventa sus propios modos de subsistencia.

Este cimarronaje lo trasmitimos muchas veces las mujeres negras, de madres a hijas, utilizando medios jamás mencionados en los manuales de historia, ni en famosos discursos. Una y otra vez hemos sostenido el hogar entregadas a las tradicionales ocupaciones permitidas a las mujeres negras. A ellas alude, en “Spoken Softly with Mama”, María Magdalena Campos-Pons, cuando reproduce en vidrio viejas planchas de carbón, mientras desde el fondo de la instalación parecen observarnos –siempre esa mirada– las antepasadas de la artista, a través de fotos proyectadas sobre tablas de planchar.

Continúan aún las cimarronas valiéndose de cuanto encuentran a su alcance; no solo para sobrevivir, triunfando también. La artista Susana Pilar Delahante Matienzo crearía así el personaje de Flor Elena como avatar en el juego Second Life, donde es una dominadora financiera (Findom). Incluida en la pieza “Dominio inmaterial”, su imagen fue presentada en la Bienal de Venecia de 2015. Allá pudo viajar la artista gracias a los esclavos virtuales de Flor Elena, quienes proporcionaron el dinero necesario para comprar un billete de avión. La negra Flor Elena, un personaje virtual, impactaría entonces la vida real de su creadora, también negra. Sin duda, métodos de cimarrona. Pero es certera la acción; y su poder, inescapable. Como, desde la portada, esa mirada de una joven negra sin nombre de la que no conseguimos de ninguna manera huir.

Susana Pilar Delahante Matienzo (La Habana, 1984), 'Dominadora inmaterial' / 'Inmaterial Dommes', Second Life (Net Art), 2012-2013
Susana Pilar Delahante Matienzo (La Habana, 1984), “Dominadora inmaterial” / “Inmaterial Dommes”, Second Life (Net Art), 2012-2013

En busca de lo posible: la Decimotercera Bienal de La Habana

XIII Bienal de La Habana

Del 12 de abril al 12 de mayo se celebrará la decimotercera edición de la Bienal de La Habana, el evento más importante sobre artes visuales en la Isla, esta vez bajo el título La construcción de lo posible.

Fundada en 1984 con el objetivo de investigar, teorizar y posicionar las artes del denominado Sur Global –actualización del término Tercer Mundo–, la Bienal no solo significó una apertura para el arte cubano, sino también un espacio alternativo y legitimador de las prácticas artísticas del Caribe, América Latina, África y Asia. En los últimos años se ha abierto a otras regiones del orbe, y se ha convertido en un referente internacional.

En un primer momento la Bienal tuvo una convocatoria abierta y a modo de concurso, a partir de la tercera cita se eliminaron los premios y las divisiones por países y se realizó una selección de artistas en dependencia de ejes curatoriales relacionados con problemáticas marcadas en el Sur Global como: la convivencia de lo tradicional y lo contemporáneo, la globalización, el arte y su relación con la vida, el individuo y su memoria, las migraciones, el sistema de conocimientos de los pueblos originarios y los imaginarios sociales.

La decimotercera edición se ha propuesto potenciar el carácter transformador del arte. Ante una contemporaneidad definida por los conflictos bélicos, las migraciones, la violencia, las crisis económicas y el deterioro ambiental, la búsqueda de soluciones desde diferentes enfoques se vuelve una prioridad. Entonces la primicia de esta bienal es, desde la producción artística, estimular nuevos modelos de convivencia, formas de vidas comunitarias y redes de solidaridad.

Con cada Bienal, La Habana se convierte en un gran corredor cultural, que permite el intercambio entre artistas, curadores, teóricos, gestores y público. Además no solo connota las artes visuales, sino que promueve un estrecho diálogo con la música, la danza y la literatura. Este año, su colofón será el homenaje a la ciudad maravilla, en el 500 aniversario de la fundación de La Habana.

Reunirá alrededor de 200 artistas de más de 50 países. La nómina de creadores cubanos es de aproximadamente 70, entre los que figuran los Premios Nacionales de Artes Plásticas Manuel Mendive, Roberto Fabelo, José Villa Soberón, René Francisco, Eduardo Ponjuán, Pedro de Oraá, José Manuel Fors, José Ángel Toirac y Pedro Pablo Oliva. Las exposiciones se presentarán en el Centro de Arte Contemporáneo “Wifredo Lam”, las instituciones del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Pabellón Cuba, el Museo Nacional de Bellas Artes, la Universidad de las Artes (ISA), la Biblioteca Nacional “José Martí” y la Galería Villa Manuela de la UNEAC, y en espacios públicos de la capital.

Una de sus novedades será la extensión a otras provincias. En Pinar del Río: el proyecto Farmacia, dirigido por Juan Carlos Rodríguez; en Matanzas: María Magdalena Campos con la muestra Ríos intermitentes; en Cienfuegos: la exposición colectiva Mar Adentro y, en Camagüey, el Festival Internacional de Videoarte.

El mapa artístico de la cita trasciende los lugares institucionales para inundar de arte toda La Habana. Gracias a la tercera edición de Detrás del Muro, seis kilómetros del malecón se convertirán en una enorme galería. Con más de 70 artistas invitados, los transeúntes podrán disfrutar la experiencia multisensorial en la que se mezclan propuestas artísticas con la brisa del mar, el calor tropical y los ruidos citadinos.

El Corredor Cultural Calle Línea, bajo la dirección de la arquitecta Vilma Bartolomé, es una de las ideas más ambiciosas: revitalizar la popular arteria de El Vedado a partir del rescate del patrimonio histórico-cultural, intervenciones gráficas en calles y edificios y reformas al mobiliario urbano.

Otras de las sugerencias de la Bienal es el Taller Chullima, coordinado por el artista cubano Wilfredo Prieto. Su estudio, un antiguo astillero a orillas del río Almendares, será el punto de confluencia de creadores de México, Brasil, Austria y España.

El programa teórico, uno de los aspectos más importantes de la Bienal, en esta ocasión ha estado organizado por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Habana. Las conferencias, conversatorios e intercambios con académicos, ensayistas y curadores cubanos y extranjeros, en cada edición, han permitido formar un pensamiento crítico sobre las prácticas artísticas contemporáneas y en especial las realizadas en el Sur Global y su diáspora.

La cita del 2019 promueve el arte como un acontecimiento vivo, donde la creación y la vida se fusionan. El ensanchamiento del evento hacia los parques, las calles y los barrios posibilita generar una experiencia estética con la cotidianidad. También se convierte en un momento único para disfrutar de la imagen singular de carros de los años 50, edificios barrocos, art deco y eclécticos que conviven con el arte contemporáneo.

A lo largo de 35 años la Bienal ha buscado crear otros modelos de circulación y consumo del arte, que vayan más allá del cubo blanco de la galería y el mainstream del mercado. Se ha erigido como espacio de diálogo y reflexiones para los de adentro y los de afuera, puente entre artistas, críticos y académicos de múltiples áreas geográficas. Sin dudas, es una especie de laboratorio creativo que intenta implementar nuevas cartografías y alternativas para la construcción de lo posible.

Por el buen camino

Papa Francisco en Cuba - Misa en La Habana. Foto: Claudio Peláez Sordo
Papa Francisco en Cuba - Misa en La Habana. Foto: Claudio Peláez Sordo

Es la tercera vez en 17 años que un Papa visita Cuba. Como los viajes de sus predecesores, su visita tiene significación para la iglesia católica, y para los cubanos de dentro y de fuera del país. Pero este Papa es diferente: se siente más cerca, es latinoamericano, habla nuestro idioma y, desde el inicio, ha demostrado estar desapegado de las reglas.

Con su actitud ha logrado convertirse en líder. Sus palabras son escuchadas por disímiles personas en todo el planeta, católicos o no; por lo que desde el inicio era una garantía: lo que dijera en Cuba, sería seguido con atención en todo el mundo.

En todos sus discursos, Francisco trasladó un mensaje de paz, de esperanza y de amor. Nos alentó a la unión y a perseguir nuestros sueños. Nos instó a estar por encima de las ideologías, a construir la cultura del encuentro, continuar el proceso de discernimiento y servir de modo solidario a los demás. Propuso a los jóvenes ser la “dulce esperanza del futuro”, a dialogar con quienes piensan de modo diferente, sin caer en individualismos, abriendo el corazón y la mente para hablar de lo que tenemos en común.

Los cubanos que fueron a encontrarse con Francisco en todas las tribunas, desde donde conversó con el pueblo, no acudieron solamente a ver al máximo representante de la Iglesia Católica del mundo, sino también a encontrarse con el hombre que ha formado parte indispensable de la nueva realidad del pueblo cubano.

La intervención del Vaticano, en las secretas negociaciones entre Cuba y EE.UU., constituyó un punto importante en la decisión que los presidentes de ambas naciones darían a conocer al mundo el 17 de diciembre de 2014, siguiendo su sabio consejo de que “debemos vivir en armonía, respetando las diferencias, pero como amigos”.
A su partida, el Papa dejó inquietudes sembradas en nuestras conciencias, inquietudes muchas veces entumecidas por la rutina diaria. Francisco trajo nuevos aires de esperanza, e intentó que su “llamado a la paz se extendiera no solo a los altos niveles políticos sino también a los pueblos de Cuba y EE.UU”. Nos confirmó que, a pesar de los obstáculos, vamos por el buen camino, y debemos (y tenemos) que perseverar en él.

Cuba’s most valued asset: its people

Photo: Raúl del Pino Salfrán
Photo: Raúl del Pino Salfrán

It’s already been a year since the so-called D17, a transcendental day in which the governments of the United States and Cuba announced to the world the decision to reestablish diplomatic relations and move forward in a process of normalization that leaves behind the embargo and hostility. Today the island’s market looks very interesting for US investors and businesspeople.
The University of Pennsylvania and Momentum, Knowledge@Wharton, in collaboration with OnCuba, organized last November a four-day trip for US businesspeople as part of the Knowledge Mission, an initiative to explore investment possibilities on the island.
Wharton has coordinated an important conference series on Cuba in which I have participated as a lecturer: the Cuba Opportunity Summit, the US-Cuba Corporate Counsel Summit, and the Infrastructure, Finances and Investment in Cuba Summit.
I had already told my friends about Wharton and Momentum, that it was indispensable for the participants and protagonists of these conferences to visit Cuba. One cannot speak seriously about a country and even less about possibilities and intentions to invest in it without getting to know it, take it in, exchange with its people. It is necessary to understand who we are as a nation, as a people, our culture, idiosyncrasy and to have contacts and talks with officials, especially with those in charge of carrying out the economic reforms and with those responsible for foreign investment.
Wharton listened and came to Cuba with a group of executives, businesspeople, investors and representatives of some of the most important US companies. I had the opportunity of accompanying them during the entire trip and during the intense meetings, getting to know them – I already knew the majority -, interacting, observing them while they got to understand Cuba. After almost a week I saw they were convinced about some fundamental things:
That it is not a question of arrogance when we say that Cuba is a marvelous, useful, fertile country in every sense. That, as I have said many times, there are countless opportunities. But Cuba is a country with very peculiar characteristics where, for example, money has less value than trust; and trust and human relations are vital to bring to fruition an investment endeavor. That a harsh and real embargo exists – they had no idea about the consequences -, with a harsh and real impact not only on macroeconomics but also on those who are worth the most: the Cuban family.
In my opinion, the in-depth knowledge acquired by these businesspeople after this visit to the island was the most important “asset” – speaking in accounting terms -, the “essential value” for the opportunities, is and will be the persons in Cuba, the people, the protagonists of the changes.

Cuba: Cinco temas que darán de qué hablar en 2019

El año que comienza promete varios focos de atención en Cuba. Estos son cinco de los temas de los que, presumiblemente, se hablará mucho en los medios de prensa y en las calles de la Isla en los próximos doce meses.

1. Reforma constitucional

Luego de meses de debates y polémicas, 2019 debe ser el año en que Cuba apruebe su nueva Constitución. O no.

La futura Carta Magna, que no prevé un cambio en el sistema político cubano y sigue las pautas de las reformas económicas emprendidas en la Isla en los últimos años durante la presidencia de Raúl Castro, será llevada a referendo el 24 de febrero.

En la votación, los cubanos decidirán si respaldan o rechazan el texto aprobado de manera unánime por la Asamblea Nacional de Cuba el pasado 22 de diciembre, tras un proceso de consulta popular donde participaron casi 9 millones de personas y, por primera vez, la comunidad emigrante.

Los votantes responderán una sola pregunta: “¿Ratifica usted la nueva Constitución de la República?”. De ganar el “sí” que promueve el gobierno cubano, la Isla tendrá una nueva Ley de Leyes, en lugar de la todavía vigente, aprobada en 1976 y modificada en varias ocasiones desde entonces.

Su proclamación podría ser el 10 de abril, siguiendo una petición de varios diputados y en coincidencia con el aniversario 150 de la aprobación de la primera Carta Magna cubana por los independentistas de la Isla que luchaban para liberarse de España.

De no ser ratificada, en cambio, se abriría un paréntesis de incertidumbre, en el que no estarían del todo claros los próximos pasos y que mantendría, al menos de momento, la Constitución vigente, que data de 1976, aunque con varias reformas posteriores.

2. La economía, otra vez

El 2019 promete no ser un año fácil para la golpeada economía cubana. El propio presidente Miguel Díaz-Canel dijo a finales de 2018 que “la batalla económica” seguirá siendo “la tarea fundamental y también la más compleja” para Cuba, y que este año será “de ordenamiento”, en el que se priorizará pagar las deudas que acumula su gobierno por encima de la obtención de nuevos créditos.

En sintonía con Díaz-Canel, el ministro cubano de Economía y Planificación, Alejandro Gil, llamó a “potenciar la eficiencia y la productividad” en su última intervención de 2018 en la Asamblea Nacional, donde aseguró que la Isla cuenta con potencial para crecer “ajustando los recursos disponibles” y evitar un mayor endeudamiento externo.

Gil pronosticó un crecimiento de 1,5 %, superior al 1,2 % de 2018 –según datos del gobierno cubano–, pero para lograrlo dijo que será necesario un mejor proceso inversionista, mayor aprovechamiento de las capacidades productivas y la diversificación de las exportaciones. Nada fácil para una economía lastrada por trabas, desidias e ineficiencias internas, además de los efectos del embargo de EE.UU.

Habrá que ver también cuánto puede despegar el sector privado con las nuevas regulaciones sobre su actividad entradas en vigor en diciembre de 2018, y qué es capaz de aportar al conjunto de la economía cubana, a pesar de lastres endémicos para su desempeño como la inexistencia de un mercado mayorista y su imposibilidad de importar a gran escala.

3. Relaciones con EEUU: ¿stand-by o retroceso?

A pesar de que el acuerdo entre Cuba y MLB –para que los peloteros cubanos puedan jugar legalmente en el béisbol estadounidense– y la aprobación de la Ley Agrícola de EE.UU. con una enmienda sobre la Isla, dieron un cierre menos tenso a 2018, el año que comienza no se muestra precisamente esperanzador para las relaciones bilaterales.

Cuba no es una prioridad en la agenda del actual gobierno estadounidense, pero cuando el tema sale a relucir, no es para lanzar campanas al vuelo. Además de sostener el embargo y la hostilidad de su discurso –con su consecuente respuesta por La Habana–, las medidas tomadas por Donald Trump en sus dos años en la Casa Blanca han dado un frenazo al acercamiento promovido por Obama y Raúl Castro y han sido un cubo de agua fría para los promotores del engagement.

Pero en los próximos meses el escenario pudiera empeorar, al menos según las predicciones de algunos analistas, teniendo en cuenta que 2019 es un año pre-electoral.

En busca de votos en la Florida, Trump podría aumentar las restricciones a los viajes de los estadounidenses a Cuba e incluir más hoteles y entidades cubanas a la “lista negra” de lugares prohibidos para los ciudadanos de EE.UU. que visitan la Isla.

El golpe podría llegar hasta el histórico convenio entre la Federación Cubana de Béisbol y la MLB, un acuerdo que ya han amenazado con torpedear el senador Marco Rubio y otros políticos opuestos al acercamiento con la Isla.

4. Los 5 millones de turistas

Cuba los esperaba en 2018, pero no llegaron. Tras un primer semestre con una caída del 6,5 %, los pronósticos del pasado año fueron rebajados por el Ministerio de Turismo cubano (Mintur), que desplegó una intensa campaña para revertir la situación en los meses siguientes y, sobre todo, dar el salto esperado en 2019.

En 2018, la Isla recibió más de 4,7 millones de visitantes, un nuevo récord que tuvo nuevamente a Canadá como principal mercado emisor y a los cruceros como una boyante modalidad que multiplicó sus llegadas –principalmente a los puertos de La Habana, Santiago y Cienfuegos– y permitió a los estadounidenses sortear las medidas del gobierno de Trump contra los viajes a Cuba.

Para 2019, el plan del Mintur es ambicioso: 5,1 millones de visitantes, más de 5 mil nuevas habitaciones en toda la Isla y más viajes de cruceros. Además, prevé la diversificación del producto cubano más allá de “sol y playa”, con la promoción del turismo de naturaleza, salud y eventos como modalidades emergentes, esta última principalmente en La Habana, que celebrará sus 500 años de fundada y acogerá en mayo la Feria Internacional del sector en la Isla, FitCuba 2019.

Pero no basta con estos propósitos. El crecimiento de las estadísticas debe ser acompañado con coherencia por otro más importante: el de los ingresos. Solo así el turismo podrá presumir de ser la locomotora que necesita la economía cubana.

5. Cinco siglos de La Habana

Se cumplirán el 16 de noviembre de 2019, siguiendo la tradición que conmemora la fundación de la ciudad en su actual sitio y no en su primer asentamiento, en la costa sur de la Isla. Con ello, La Habana será la última de las siete villas fundacionales de Cuba en celebrar su medio milenio.

La capital cubana está ya en conteo regresivo y, desde 2018, lanzó una campaña liderada por la Oficina del Historiador y el gobierno de la ciudad, que incluye acciones constructivas, sociales, artísticas y comunicativas a lo largo de todo el año.

Restauración de edificios y calles emblemáticas, celebración de eventos culturales, y edificación de nuevas casas y hoteles, forman parte del programa, que tendrá su punto clímax en la celebración del aniversario –en el onceno mes del año–, para la que se espera, incluso, la visita de los Reyes de España.

Aunque es imposible que en pocos meses puedan borrarse los muchos problemas –constructivos, de saneamiento, de transporte, de iluminación– acumulados por la ciudad a lo largo de los años, el Dr. Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, llamó a aprovechar el impulso del aniversario, a pensar los 500 años no como una meta sino como una oportunidad para seguir trabajando y “cambiar el rostro de La Habana”.

Se cumpla o no, desde ahora y hasta noviembre mucho se hablará sobre los cinco siglos de la hermosa capital cubana.

El encanto excepcional de Cuba

¿Por qué esta pequeña isla es tan atractiva para todo tipo de personas?

“Cada vez que voy a Cuba, a mi regreso me comporto como un folleto de turismo. Aburro a mis amigos hablándoles de las distintas maneras en que amo el idilio improbable”, escribió en una oportunidad el ensayista Pico Iyer. Y yo sé bien cómo él se siente. Esta atormentada e iconoclasta isla de encantos tropicales me tiene embrujado hace tres décadas.

La fuerza de Cuba “cala más profunda que el material de los panfletos de viajes. Es algo irresistible e intangible”, anota Juliet Barclay. “Es como si”, añade Arnold Samuelson, recordando su primera visita a Cuba en 1934, “todo lo que has visto anteriormente se te olvidara y todo lo que ves y oyes ahora te resulta tan extraño que sientes… como si te hubieras muerto y revivieras en otro mundo”. El ambiente etéreo de la ciudad, hoy en día más pronunciado, se convierte en material de novelas. “Me despierto sintiéndome distinta, como si algo estuviera cambiando dentro de mí. Algo químico e irreversible. Aquí existe una magia que se hace camino por mis venas”, nos dice Pilar, un personaje cubano-americano de la novela de Cristina García Dreaming in Cuban (Soñando en cubano).

Photo: Otmaro Rodríguez

Prácticamente cada estadounidense que conozco y que ha estado de visita en Cuba ha regresado cautivado, hasta un punto que pocos otros destinos inspiran. Y esto a pesar de la imagen negativa del país que durante seis décadas han propagado administraciones estadounidenses y amargados adversarios. Lamentablemente, Cuba es todo lo que dicen… y, a la vez, desde su propia manera críptica, ¡ninguna de esas cosas!

Explicar el atractivo excepcional de Cuba es como tratar de explicar la magia del sexo a una virgen. Barclay lo entendió bien. No puede ser visto, tocado o fotografiado, aunque el telón de fondo físico –lo tangible– está integrado a la experiencia emotiva del visitante.

La primera reacción es sentirse atrapado en los años cincuenta del pasado siglo. Desteñidos anuncios de Hotpoint y de Singer evocan las decadentes décadas en las que Cuba era virtualmente una colonia de los Estados Unidos. Con altas aletas traseras, voluptuosos sobrevivientes de los días de gloria de Detroit se encuentran también por doquier: DeSotos de cromados cintillos, corpulentos Buicks, elegantes Plymouth Furies y otras ostentosas reliquias, de cuando los autos americanos reflejaban el culto hollywoodense a la riqueza, la fantasía, el exhibicionismo y el sexo, que en aquellos tiempos era también sinónimo de La Habana. Todo el “glamour” de la puesta en escena de una ópera en desuso permanece allí, recubierta por la pátina del tiempo.

Deambulando por las calles de La Habana, uno siente como si estuviera viviendo dentro de una novela romántico-detectivesca. No quieres dormir por temor a perderte una experiencia vital. Antes de la Revolución, La Habana era un lugar de intrigas y escabrosos romances. La Babilonia batistiana ofrecía un banquete tropical de pecado. Espías y conspiradores acechaban en la sombra. En la actualidad, la ciudad aún tiene una buena dosis de bordes cortantes y sombras siniestras. El aliento, la intimidad del compromiso, de la conspiración, todavía aletean en el aire. (Aunque ahora mucho menos que en 1992, cuando viajé a Cuba por primera vez.)

Photo: Otmaro Rodríguez

Hay algo de Narnia en Cuba y mucho de Alicia en el País de las Maravillas. Lo que extasía a los visitantes es la sensación de haber penetrado en los predios embrujados del más allá. Por supuesto, te encuentras a solo 90 millas de los iluminados centros comerciales y McDonald’s de la Florida, pero has cruzado un arcano umbral para descubrir el inesperado espacio inquietante, lleno de excentricidad, erotismo y misterio. En cuanto sales del avión, sucumbes ante el ferviente atractivo “délfico” de la Isla. Es imposible resistirse a sus misterios y contradicciones.

La primera vez que fui a Cuba, lo hice por mar y de noche, como los clandestinos personajes de la novela Tener y no tener, de Hemingway. Al amanecer me recosté en la barandilla de la nave mientras el viento batía mis cabellos y pasábamos frente a un imponente castillo que domina la entrada de la bahía. En 1895, Winston Churchill se había sentido “loco de alegría, pero acalorado” cuando se aproximaba a La Habana por mar. “Este era un lugar donde cualquier cosa podía suceder. Este era un lugar donde con certeza algo iba a suceder”. Yo también sentí la misma desbordante sensación de riesgo y de aventura, casi sexual por su intensidad.

La seducción es algo que te atrapa muy pronto en Cuba. De manera literal. Es el pasatiempo nacional, y lo disfrutan por igual ambos sexos. “Es la libre expresión de un pueblo de alto vuelo espiritual confinado a un mundo políticamente autoritario”, escribió el periodista argentino Jacobo Timerman. Para los visitantes, el jubiloso erotismo, parte de una mayor y contagiosa alegría que permea la vida en Cuba, es excitante, liberador y atractivo en igual medida. La Revolución ha igualado los sexos a mayor escala que en el Reino Unido y, en especial, en los Estados Unidos. En muchos aspectos, Cuba está mucho más avanzada en nuestra era de lo políticamente correcto. Y, sin embargo… en los asuntos más inesperados, los cubanos se muestran desafiantes y deliciosamente fuera de moda para el visitante.

Photo: Otmaro Rodríguez

La vida aquí parece paradójica. Socialismo y sensualidad. Comunismo caribeño. Cuba es, después de todo, un país tropical –y por demás, latino. Los centros nocturnos son fáciles de encontrar, vibrantes de sonido, desde el jazz al reguetón y desde el son a la salsa. Indicios del viejo sabor habanero todavía pueden detectarse en cabarets como el Tropicana, la extravagancia pre-revolucionaria al aire libre, ahora en su octava década de paganismo en tacones altos.

Aunque la mayoría de los cubanos no tienen el dinero para ir a tales sitios, son muy ricos en espíritu, bondad y relaciones sociales… un recordatorio de que la vida puede ser más plena con menos cosas. Recordatorio, sobre todo, de lo que tanto amo y admiro de los cubanos y de la comunidad cubana: cómo llevan su corazón y sus vidas a flor de piel. Cómo te miran a los ojos y te hacen partícipes. Seguros y sin reservas. Sin sentirse juzgados. Blancos, negros y de cualquier color intermedio, todos viven en armonía, como iguales, con confiada y natural tranquilidad. Es inspirador. Y olvídense de la insularidad, del concepto estadounidense de que “la casa del hombre es su castillo”. Un promedio de quince visitantes que no pertenecen a la familia entran a cada casa cubana diariamente. Las puertas y las ventanas están abiertas para que los cubanos vivan sus vidas a la vista de todos, tentándote a espiar a través de las rejas, de la misma forma en que uno se siente tentado a echar una mirada furtiva cuando los vecinos olvidan correr las cortinas de sus casas. Incluso las persianas de los hogares maternos (las casas locales de maternidad), permanecen abiertas de par en par, mostrando a mujeres en batas de dormir y con nueve meses de embarazo, tendidas en sus camas cuidando sus hinchadas barrigas, mientras los ventiladores de techo refrescan el ambiente. Te sientes un voyeur en la escena de una película de Fellini.

A lo largo de Cuba, las mujeres se sientan en los rellanos de las puertas o colocan sillones en las aceras para disfrutar del cotilleo diario… los hombres sacan mesas para la calle y, sin camisa, se ponen a jugar al dominó… mientras los niños, sonrientes y alegres, juegan al aire libre, recordándole a James Mitchener “una pradera de flores. Bien alimentados, bien calzados y vestidos, eran el rostro permanente de la tierra”.

Está también el ingenioso e infatigable buen humor frente a persistentes carencias, el lamentable deterioro y las penas perturbadoras. Hay belleza en la inocencia inmaterial de los cubanos (aunque eso está cambiando) y en la alegre forma en que le dan la vuelta a la adversidad disfrutando, con muy pocos recursos, de los placeres más sencillos: dándose tragos de ron, bailando la rumba con movimientos de cadera y bien pegados el uno al otro, en improvisadas cumbanchas.

Adonde quiera que vayas te verás rodeado de ritmos sexuales. Cuando caminas por la calle, cubanos que tú no conoces te invitan a participar. La música va subiendo de tono hasta el punto de que llegas a pensar que hasta las botellas de cerveza se van a poner a bailar. Los amigos y los vecinos llegan, te toman de la mano y te besan en la mejilla. Te empujan a la calle para bailar. Es lo mismo en toda Cuba. Cubanos que acabas de conocer te abrazan, te dicen amigo y te invitan a sus casas. Eres festejado con la bondad humana que te dan sin exigir nada a cambio.

Resulta difícil creer que la Ley sobre Comercio con el Enemigo del Gobierno estadounidense esté dirigida a este pueblo gentil y generoso. ¿Cuántas veces he llorado mientras bailaba, como quien dice, con el enemigo?